En este articulo hablaremos de la importancia de enseñar a los niños a estar aquí y ahora. Digo enseñar, pero quizá debería decir aprender, porque los niños viven en el aquí y ahora de manera natural. Solemos ser los adultos con nuestras prisas y agobios que los vamos sacando de ese estado y para cuando llegan a la adolescencia poco les queda de esa sana inteligencia natural.
Los niños pequeños no están agobiados por prejuicios, barreras o ideas preconcebidas, lo que les da una ventaja cuando se trata de una conciencia libre. Les es más fácil parar a ver una mariposa sin agobiarse por la posibilidad de encontrarse con un atasco si esperamos dos minutos más, y tampoco acostumbran a volver atrás y quedar atrapados en los enfados pasados tanto como los mayores.
Imaginemos dos niñas en el parque peleando por un columpio; discuten y las madres intervienen. Cinco minutos más tarde las niñas vuelven a jugar como si nada y las madres siguen con caras alargadas sin poder retomar su charla porque se les ha quedado mal cuerpo por la discusión.
Estas niñas viven en el aquí y el ahora y, cuando el ahora es el momento de jugar, juegan.
Poco a poco, cuando los niños van creciendo, lo más habitual es que vayan dejando su predisposición natural al mindfulness y comiencen a preocuparse cada vez más por el futuro y lamentarse más tiempo por el pasado. El reto está en mantener su condición de meditador natural a lo largo de su crecimiento y evitar que se vaya perdiendo como suele suceder.
Enseñar a los niños a ser más conscientes del aquí y ahora les ayuda a aprender cómo concentrarse en el presente en lugar de reflexionar sobre el pasado (“Suspendí el examen de ortografía” o “Todos los niños se burlaron de mí porque me caí en el patio”) o preocuparse por el futuro (“Soy tonto, segura que suspenderé mi examen de matemáticas” o “Soy tan lento que probablemente perderé el autobús mañana”).
Una de las mejores maneras de ayudar a los niños a ser más conscientes es enseñarles a concentrarse en su respiración. Esta es una técnica tan útil porque nuestra respiración siempre está con nosotros… solo tenemos que tomar conciencia de ella. Solo tomar unos momentos para inhalar, sostenerlo durante dos segundos y exhalar nuevamente calma el sistema nervioso central.
La meditación en la infancia pretende ayudar a los chicos a mantener en el tiempo esa habilidad natural. Los niños tienen un gran mundo interno, mucho más profundo de lo que algunos adultos suelen creer. También tienen mayor conexión entre su cuerpo y su mente. Conocen y viven el lenguaje corporal mejor que los adultos. Todo ello los hace perfectos candidatos para la meditación.
La meditación en la infancia se centra en trabajar la atención y la conciencia, el estar presentes en el aquí y en el ahora. En aprender a parar un minuto y hacer una pausa antes de reaccionar. Tomar aliento y permitirse sentir cualquier emoción que venga a flote sin sentirse culpable por ella. Salir del modo piloto automático en el que a veces los arrinconamos los adultos. De esta manera los niños aprenden a aceptar las cosas como son. Algunas geniales y otras no tanto. Aprenden a observar lo que sucede a su alrededor y dentro de sí mismos a nivel emocional. A comprender y aceptar su mundo interior y, con ello, el mundo de los otros.
La investigación muestra que ser más conscientes del aquí y el ahora reduce el estrés, mejora la memoria y la atención y libera endorfinas
La idea es que los niños tengan habilidades como la atención, la paciencia, la confianza y la aceptación desde pequeños, y que los acompañen en su desarrollo y el difícil paso por la adolescencia, para terminar siendo adultos más sanos y más felices, y con ello consolidar una sociedad mejor.
Parece mucho, ¿verdad?
Ya lo dice el Dalai Lama, “si enseñáramos a meditar a todos los niños del mundo, las guerras se acabarían en dos generaciones…”
Es ambicioso, pero vale la pena.
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Un abrazo gigante
Vuestra Yoguini de cabecera,
Blanca Sissa
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