La meditación en los niños
La meditación en los niños

La meditación en los niños

La meditación es un proceso que se sustenta en el desarrollo progresivo de la atención y la concentración, al mismo tiempo que calma la mente.

La meditación en los niños por ende, es ideal para ayudarlos a trabajar su atención

La atención es como un musculo que necesita trabajo. Si la entrenamos se hace mas fuerte. Como todos los buenos hábitos, el entrenamiento de la atención se puede, y digo mas, se debe, enseñar desde la primera infancia. Es un aprendizaje que promueve todos los demás y debiera ser materia indispensable en los colegios.

Es muy viable practicar la meditación en los niños de manera divertida y amena para los pequeños. Os dejo un ejemplo aquí.

La práctica de la meditación, o la actitud meditativa en lo cotidiano nos ayuda a ser más conscientes de lo que sucede en cada momento. Nos enseña a aprovechar cada situación, independientemente de sus características, para profundizar en el autoconocimiento, así como para desarrollar nuestra capacidad de respuesta y activar el inmenso potencial que llevamos dentro.

Lo que habitualmente conocemos como métodos de meditación son básicamente técnicas de desarrollo de la atención, la interiorización y la concentración.

La meditación en los más pequeños surge de manera espontánea y muchos niños lo sienten de forma natural. La despreocupación es un tipo de inteligencia intuitiva muy relacionada con la infancia.

Los niños pequeños no están agobiados por tantos prejuicios, barreras o ideas preconcebidas, lo que les da una ventaja cuando se trata de una conciencia sin prejuicios.

Les es más fácil parar a ver una mariposa sin agobiarse por la posibilidad de encontrarse con un atasco si esperamos 2 minutos más, y tampoco les da tanto como a los mayores por volver atrás y quedar atrapados en los rencores de enfados pasados.

Imaginemos 2 niñas en el parque peleando por un columpio, discuten y las madres intervienen. Cinco minutos más tarde las niñas vuelven a jugar como si nada y las madres siguen con caras alargadas sin poder retomar su charla porque se les ha quedado mal cuerpo por la discusión.

Estas niñas viven en el aquí y el ahora y cuando el ahora es el momento de jugar juegan.

Poco a poco, cuando los niños van creciendo, lo más habitual es que vayan dejando su predisposición natural al mindfulness y comiencen a preocuparse cada vez más por el futuro y lamentarse más tiempo por el pasado.
El reto está en mantener su condición de meditador natural a lo largo de su crecimiento y evitar que se vaya perdiendo como suele suceder.
La meditación en la infancia, pretende ayudar a los chicos a mantener en el tiempo esa habilidad natural.
Los niños tienen un gran mundo interno, mucho más profundo de lo que algunos adultos suelen creer. También tienen mayor conexión entre su cuerpo y su mente. Conocen y viven el lenguaje corporal mejor que los adultos.
Todo ello los hace perfectos candidatos para la meditación.
La meditación en la infancia se centra en trabajar la atención y la conciencia, el estar presentes en el aquí y en el ahora. En aprender a parar un minuto, hacer una pausa antes de reaccionar. Tomar aliento y permitirse sentir cualquier emoción qué les venga a flote sin sentirse culpables por ella. Salir del modo piloto automático en el que a veces los arrinconamos los adultos.
De esta manera los niños aprenden a aceptar las cosas como son. Algunas geniales y otras no tanto. Aprenden a observar lo que sucede a su alrededor y dentro de sí mismos a nivel emocional. A comprender y aceptar su mundo interior, y con ello, el mundo de los otros.

Os dejo aquí un enlace de libro infantil para trabajar el mindfulness

La idea es que los niños tengan habilidades como la atención, la paciencia, la confianza y la aceptación desde pequeños, que los acompañen en su desarrollo y el difícil paso por la adolescencia, para terminar siendo adultos más sanos y más felices, y con ello consolidar una sociedad mejor.
¿Parece mucho verdad?
Ya lo dice el Dalai Lama, “si enseñáramos a meditar a todos los niños del mundo, las guerras se acabarían en dos generaciones…”
Es ambicioso pero vale la pena.

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